- Excma. Sra. Dª Marta Higueras Garrobo, Primera Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Madrid.
- Excmo. Sr. D Daniel Kutner, Embajador de Israel en España.
- Sr. Don Leon Benelbaz Tapiero, Presidente de la Comunidad Judía de Madrid .
- Sr. Don Moshé Bendahan, Rabino Principal de la Comunidad Judía de Madrid y Presidente del Consejo Rabínico de España.
- Embajadores y representantes de las Embajadas de:
- Alemania
- Canadá
- Francia
- República de Hungría
- Israel
- Polonia
- Concejales y representantes del Ayuntamiento de Madrid.
- Presidentes y representantes de instituciones judías.
- Directores y representantes de instituciones amigas.
- Supervivientes, familiares de supervivientes y familiares de Justos entre las naciones y descendientes de héroes de la Shoá.
- Amigas y amigos.
En nombre de la Asociación Yad Vashem España, representante del Centro Mundial para la Memoria del Holocausto en Jerusalén, quiero darles las gracias por darme la oportunidad de pronunciar unas palabras en este acto de Yom Hashoah, año 5779 del calendario judió .
Recordamos hoy a las víctimas de la Shoah;
víctimas que no tienen ni tumba que recoja sus restos, ni urna que contenga sus cenizas, nada. Tampoco habría nombre ni recuerdo sin ceremonias como esta.
Debemos dar a su memoria la dignidad que le arrebato aquella catástrofe que cayo sobre nuestro Pueblo. Esta es la expresión de la última batalla sobre la barbarie nazi, la batalla contra el olvido y para el establecimiento de la verdad. La batalla por el respeto de aquellos valores que se manipularon, invirtieron y destruyeron para hacer posible ese crimen contra la Humanidad.
El Holocausto no es solo un tema Judío, es un tema universal que oscureció para siempre el siglo XX y nos deja perplejos y deprimidos ante la dinámica destructora desencadenada por los nacionalismos, la desaparición de los valores de nuestra civilización y la ausencia del sentido del hombre.
Y eso así sucedió, con la complicidad de los países del eje, la colaboración activa de las administraciones de los países ocupados y la pasividad y abandono de los países aliados.
Durante 12 largos años, de manera premeditada, se llevó a cabo la aniquilación sistemática de la judería europea:
-primero con la desposesión de sus derechos civiles y de sus propiedades;
-despues, con el hacinamiento de las poblaciones judías en los guettos para que murieran de hambre y de enfermedad;
-con los einsatzgrupen en l Baltico y la unión sovietica, dirigidos por la élite de las SS, universitarios y diplomados superiores, ideologizados hasta la medula, operando detrás de las líneas, que acabó con la vida de millón y medio de personas en menos 18 meses;
-y por último, con la solución final, a inicios del año 1942, cundo se lleva a cabo la matanza de más de tres millones y medio de seres humanos: 2000 trenes de la muerte que descargaron su carga humana, durante tres años y medio, después de un viaje infernal, para llevarlos a las cámaras de gas y al crematorio en campos de exterminio como Chelmno, Treblinka, Sobibor, Belzek, Aushwitz y Majdjanek…, y otros campos de esclavitud, tortura y muerte como Buchenwald y Mathausen, donde también habían ciudadanos españoles.
Dos tercios de nuestro pueblo en Europa, 6 millones de personas, entre los cuales un millón y medio de niños
- 9 de cada 10 por debajo de la edad de 16 años- desapareció,
–víctima de una persecución despiadada, planificada, asesina, cruel y sádica,
–víctima de la colaboración de gobiernos colaboracionistas y poblaciones ferozmente antijudías,
–víctima de estrategias de guerra donde se mezcló el odio racial, la cobardía y la traición de los que decidieron ignorar la tragedia y aprovecharse de ella.
Sí.
Esos son los hechos.
La Alemania nazi persiguió hasta su último suspiro la aniquilación total de los judíos de Europa, persiguió a muchos, pero a nadie como a los Judíos…
Y hubieran logrado conseguir su objetivo de no ser por el avance de los ejércitos aliados.
El universo concentracionario nazi no existió jamás en la historia de la humanidad ni en su crueldad, ni en su sistema para anular al ser humano y destruirlo moral y físicamente.
Por ello, los supervivientes son nuestros héroes y los Justos que nos ayudaron son nuestros modelos.
Cerca de ochenta años después, sus descendientes deberán asumir la transmisión de su memoria y nosotros la obligación de recordarles y de metabolizar las lecciones de la tragedia…
… Y luchar por la verdad, contra todos los revisionismos que vemos aparecer.
Porque después de la Shoá quedó el vacío, un vacío material y transcendental que nos debe hacer reflexionar a todos nosotros que no conocimos el horror, sobre los mecanismos que pueden llevar al ser humano a transformarse en bestia, procesos que se inician con ceguera y rechazo del otro, aquel al que el odio institucionalizado apunta y transforma poco a poco en el enemigo, llegando hasta la legitimización de su asesinato.
Somos responsables de mantener viva la memoria, de su transmisión, de la lucha por los valores fundamentales que permiten la concordia y la convivencia en una sociedad libre y diversa que acepta la diferencia y se enriquece con ella.
Muchas gracias por su atención.